No has
querido estar a la altura;
yo vivía en
la zona de los aviones
y tú a ras
de suelo con ella
en su coche
escuchando sus
canciones de festival.
Cada vez que
me abrazabas
me llenabas
del barro maloliente que compone su pelo.
Has
preferido llegarme por las rodillas
a levantar
un poco más la cabeza
y explorarme
el corazón.
Pero quién
va a querer elevarse hasta el corazón,
escalar
todas estas costillas eternas y puntiagudas,
¿quién se la
jugaría?
tú no.
Quién va a
querer pasar del ombligo
si tiene
todo lo que necesita debajo de una falda ajustada sin compromiso.
Asesino.
Borracho sin
excusas.
Francotirador
sin remordimientos.
Tenían razón
los que me aconsejaron que me alejara,
ahora ya no
hay vuelta atrás:
me he
quedado atrapada en tu falsedad,
atada de
pies y manos con las cuerdas de tu sonrisa hipócrita,
amordazada
con la boca
llena de la saliva de ella.
Vomito.
Voy a caer
desde aquí arriba
como un
Gulliver capturado.
Ojalá
alguien llegue a tiempo para enseñarme a volar.