Vuelvo a casa caminando de puntillas, no vaya a ser que se despierten los poetas.

29 abr 2013

Ahora que ha dejado de llover y el sol nos invita al último trago

Podría contar mi vida
uniendo los "vete a la mierda"
que no me he callado.
Y sería una historia preciosa.

Podría decirle a mis tazas de té
que se olviden de tus labios,
de rozarte la barba,
pero cualquier día aparecerás suplicando
besos, orgasmos e infusiones.

Y yo siempre caigo.
No, me dejo caer.
Sobre tu bragueta bajada y las burbujas del champán subidas.

Podría desnudar de nuevo al invierno,
pero de eso ya se encarga esta primavera
que me congela la sangre
y me altera los nervios.

He perdido el pasaporte,
y no me importa alejarme
de tu blues de insomnio intacto.
No me importa no poder emigrar a tus cicatrices.
Me gusta bailar sola y desnuda.

Sería imprudente mudarme a tus garras
o a tus camas con sábanas de 40 grados.
Nadie quiere quemarse si no hay pasta de dientes cerca.
Y tú utilizas whisky como dentífrico.

Ahora que ha dejado de llover y el sol nos invita al último trago,
te confesaré que morir por amor me parece una auténtica estupidez.

Los corazones rotos van al contenedor gris,
sólo se necesita un rock and roll
para que se regeneren más rojos que nunca.

Crees que me desarmas con cada "tus versos me la ponen dura";
ten cuidado
porque las mejores victorias
se consiguieron sacando navajas de la ropa
interior.

28 abr 2013

Una protagonista que se muere por besar


Hora punta en el metro.
Y yo he quedado contigo
para ir al teatro.

Andenes asfixiados y escaleras mecánicas
sucumbiendo al desenfreno de maletines negros
y zapatos de tacón.

La lluvia hace de este escenario
una película de bajo presupuesto
con una protagonista que se muere por besar.

Falda empapada,
medias llenas de barro,
zapatillas donde bailan mis dedos
sin saber con certeza si llegarán a tiempo.

La gente se grita escupiendo verdades
a caras de falsedad sin opción de cruz.
El azar siempre me puso cachonda.
Y en esta vida hasta la muerte juega
a los dados.
Y a los dardos.
Envenenados.

Con el rimmel corrido
me siento guapísima
sólo porque eres tú quien me mira
y me dice "ojalá fuera lluvia
para calarte hasta la ropa interior".

Ya lo haces.

La ropa interior no es nada
sin alguien que la admire
y prefiera arrancártela que plancharla.
Sin alguien que tenga curiosidad
por ver lo que hay debajo.
Sin alguien que vista a sus musas
con tus sujetadores.

Llegar a tiempo
es ver de rodillas
cómo empieza la función.

25 abr 2013

Alguien que te toque la guitarra y el culo cuando paseas en bragas por casa


La lluvia muere en la acera,
sin descendencia. Sin testamento.
Sin últimas voluntades.
Y viene a mojarte la frente,
y a lavarte el sudor de después
del polvo de medianoche.

La cama nos escupe
primaveras a los hombros.
Y a ver quién tiene cojones
de decirle que lo que queremos
son inviernos para que darnos calor no nos termine matando.

Los libros en las mesitas de noche
no sobreviven sin condones
en el primer cajón.
Y sin estrofas en una garganta
que se muere por declararme a gritos
una guerra que de antemano sabe que ha perdido.

Toda esta ciudad se me está comiendo
a mordiscos gigantescos, y casi
sin masticar. Cielos nublados incluidos.

Me gusta ver cómo la gente
corre por las calles evitando
mojar sus chaquetas caras
y saltando los charcos para que sus
nuevos zapatos que cuestan lo mismo
que a mí 5 meses de alquiler y un "¡joder!"
no parezcan el lago Victoria.

El ser humano no mejora con los años.
Hay locuras dignas de admiración.
Otras, por el contrario,
quedarían preciosas en la habitación
blanca y acolchada de cualquier
psiquiátrico semi-abandonado.

Escribo después de hacer la compra.
Vuelvo con espinacas, lechugas,
chocolate con leche sin derretir,
salchichas, yogur natural,
y el piropo del panadero que me cose
la vida al gusto de sentirme bonita a la vista.

Se me hacen las 11
en el colchón.
Sabina seguiría contando,
pero esa es otra historia que no le pega a
esta mañana de abril en la
que la radio me vomita un blues y yo le sujeto
la melodía con la punta de la lengua.

A estas alturas de la vida,
ciego es quien todavía no se
ha dado cuenta
de que lo único necesario para la supervivencia
es alguien que te toque la guitarra y el culo
cuando paseas en bragas por casa.

23 abr 2013

Las botellas se vacían y no habrá nevera que te salve


No hagas un invierno
de todo esto.

Los estudiantes
atraviesan el campus con
sus bicicletas sin cesta,
pedaleando fuerte,
intentando alcanzar
el infinito y más aquí.

Las botellas se vacían
y no habrá nevera que te salve
de este caos de ciudad
donde tanto te gusta bailar
y levantarme la falda.

Las cartas que ponemos
boca arriba
sobre la mesa
tienen el matasellos reciente,
pero sin código postal,
y las letras del destinatario desordenadas.

No hay mejor futuro
que el que te leo
en los volantazos que das
para esquivar el 'nosotros'
que tanto te asusta,
pero que miras de reojo deseando
que se acerque y no nos quede otra
que arañarnos los hombros y dejarnos
querer.

Sigo siendo la chica de ayer.
Me lo dice Nacha Pop cada mañana
mientras preparo el desayuno
y salgo a la terraza para ver si
me llueves.
Sigo siendo la chica de ayer,
pero con los ojos más verdes
y calcetines nuevos.

Muerdes los cigarrillos
antes de la última calada.
Me recuerda a cuando muerdes
mi cuello
antes de correrte y convertirme en cerezo de Neruda.

Buscas a alguien que te quiera,
pero lo que tienes que hacer primero
es buscar a alguien
que te quiera hacer el amor.
Ya vendrá lo de dejar los cepillos
de dientes en el mismo vaso.

Sólo creo en los
desamores eternos,
y en las prisas para comprar
el pan
antes de que cierren.

21 abr 2013

Con los miedos en los agujeros de las medias

Vídeo: Nerea D. - Con los miedos en los agujeros de las medias

Gritabas al mundo
que ya se podían
abrir las ventanas,
pero nadie te escuchó.

Ya se habían ido
dando un portazo
y con los miedos en los agujeros
de las medias
y en los bolsillos
sin botones de las camisas.

Hoy me he asomado al balcón
y he visto luz
en la ventana de tu baño.

Yo he vuelto a ducharme con agua fría
por miedo a que vuelva
aquel agosto sin cervezas
y sin Mediterráneo
que pasé envuelta en tus rodillas.

Tengo una guitarra nueva
que es el mejor remedio
contra los aterrizajes forzosos
de mis caderas en el colchón frío.

Y es que las madrugadas
siguen oscureciéndome
la poesía,
pero de repente
pasa un avión con destino cualquiera
y la noche se vuelve tan preciosa...

Tengo a alguien
que me tararea orgasmos,
alguien a quien puedo llamar 'montaña'
sin morderme la lengua
porque es lo mas salvaje y bonito
con lo que he vestido mi cuerpo.

No te espero,
ese es el mejor final feliz
que siempre se les escapa
a las películas de tarde de domingo.

Me entretengo haciendo girar
mis bolígrafos entre los dedos
de mi mano derecha,
la misma con la que te escribo
que no te echo de menos,
que nunca me gustaron tus dientes
en mis muslos
y que tengo un presente
maravilloso
de ropa interior
decorando la alfombra del comedor.


18 abr 2013

Caricatura de Sabina


Tengo una caricatura
de Sabina en la pared
de mi habitación
y olor a ropa tendida
entrando por la ventana.
Hoy me enamoro,
eso me temo.

Me está brillando más 
tu barba
que el sol sobre 
los ladrillos rojos
del edificio de enfrente.

Vi cómo te cortabas con
un folio el dedo corazón
cuando intentaste
escribirme la carta de despedida
más dolorosa del mundo.

No pudiste.

Ni yo pude despegar 
del espejo del baño
el primer beso que le diste 
a mi codo izquierdo.

El viento sigue levantándome la falda,
pero sé que eres tú
queriendo quemar mi ropa interior
y el exterior de una coraza que hace tiempo
me encongió en el tercer lavado.

Para comernos el mundo
teníamos que empezar por nuestros 
cuellos,
y terminamos atragantándonos
con tantos buzones vacíos.

Ahora no sé qué hacer
con todas las espirales
que pintamos en el fondo de la bañera.
Con todos los arañazos, 30 por orgasmo,
que me han dejado marca en los hombros
y en el calendario.

Pandora no sabía que dentro 
de su caja
se escondían todos los viajes con
las ventallinas del coche bajadas 
y el calor subido 
hasta la cima de nuestros ombligos.

Cada vez que te encendías 
un cigarrillo era como 
destapar la primavera de golpe,
sin mirar las instrucciones,
sin esperar a que la margarita
me confesara si me querías.
Si te quería.

Si te creía.

Y ahora el monte 
me va a preguntar qué he hecho contigo,
y yo sólo tendré narices de decirle
la verdad, de decirle
que mi espalda era demasiada
poesía
para tus huellas dactilares.

15 abr 2013

Fotografías y sujetadores negros.

Las zapatillas rotas
siempre quedaron bonitas
a la hora de pisar firme
y bailar un rock en la azotea.

Madrid está más salvaje
que nunca
desde que te paseas desnudo por casa
y aullas a las farolas creyéndote
un lobo feroz,
pero sólo siendo un perrito faldero.
De mi falda.
De mis medias.
Y de mis enteras.
Madrugadas.

Perder, a veces, no sienta tan mal.
Como cuando pierdes el último tren,
o los nervios,
o los papeles.
Del coche.

Mis viajes siempre hacen escala
en las macetas con lunares de colores
que riego en ropa interior
todas las mañana de sol puro
que esta ciudad me escupe.

Deshacer las camas,
deshacer los nudos.
De la corbata a juego con mi vestido rojo
y mis zapatos de tacón.

Madrid te está salvando.
Pero también te saca la lengua,
igual que yo borro la poesía de los espejos del
baño y marco con carmín tu espalda de
poeta maravillosamente fracasado.

Madrid, Madrid.
Siempre fue más bonito verte destrozar
paquetes de cigarrillos cuando en la
oficina de correos extraviaban
tus cartas sin perfumar.
Con olor a olvido.
Y a desesperación ebria.

Ya no llamas. Ya no llamo.
Se me ha olvidado donde está
el bar más cercano, y no tengo teléfono
en casa.
Sólo fotografías
y sujetadores negros.

8 abr 2013

Vuelve a nevar

Vuelve a nevar.
Es lo más bonito que he visto
después de tu silueta
en mi cama.
O de tus manos abriendo
las cortinas de mi habitación.

Vuelve a nevar,
y a mí sólo se me ocurre
buscarte
la primavera debajo del pijama.
Con el tacto frío de este abril invernal
que me llena de fuego las pestañas.

Se me hace poesía el pelo
si me lo enredas con los nudillos agrietados,
la fuerza en cada dedo y la locura entre
las huellas dactilares.

Eres monte porque en ti me siento libre
y respirarte es revivir.

Vuelve a nevar,
y tu sol se me derrite en el ombligo;
los copos salvajes sobreviven
en las copas sin alcohol de los árboles.

Sabes a invierno,
pero con el toque perfecto
y necesario
del verano
de querer vivir desnudo.

Sabes a otoño,
porque me haces perder las hojas,
los papeles.
Mente en blanco.
Labios rojos.

También me haces florecer como
la más devastadora primavera.
Y eso te convierte en el mejor pasajero.
De estación de tren.
De cama deshecha.